6 semanas de desolación e incertidumbre

Dia: 26/04/2020
Santo: Nuestra Señora del Buen Consejo

Termina casi nuestra sexta semana de confinamiento. ¿Son muchas o son pocas? Es la pregunta que me hago todos estos días al observar el cansancio, el aburrimiento, la crispación y la ansiedad de muchas personas a las que escucho por la radio, la televisión, por teléfono, o leo en periódicos y a través de whastApp.

Es normal estar cansado cuando hemos perdido la libertad para salir a trabajar, poder ir al colegio, a la compra, a pasear, hacer deporte, viajar, o ir a tomar el aperitivo. Aunque me resulta más curioso pensar que es el no tener la libertad para poder hacerlo.

El aburrimiento que observo tiene un punto en común, el haber agotado las nuevas actividades que nos hemos impuesto en el confinamiento. Aburridos de ver malas noticias, datos confusos, ordenar la casa sin parar, limpiar como si estuviéramos esperando visita diaria, cocinar buscando un placer del que siempre huimos, leer sin medida o practicar los nuevos deportes “hogareños”.

La crispación va por barrios. Los afectos al gobierno y los resignados justifican las medidas como necesarias y tratan con indulgencia los errores por la imposibilidad de predecir una catástrofe de esta magnitud. Los críticos elevan su tono centrados en lo erráticas de las decisiones, en la falta de previsión y coordinación, y en la nula claridad para comunicar certezas o al menos caminos claros.

La ansiedad por el confinamiento se ve muy bien si uno se acerca a los telediarios. Todos los días hay casos de quebrantamientos de las normas, por no respetar el confinamiento, organizar actos en las plazas públicas, conducir borracho, excederse en los tiempos de salida y alejarse de los hogares, son algunos ejemplos. Pero se nota al hablar y leer a los cercanos una incapacidad para volver a la reflexión sobre lo importante que es mantenerse confinado, para prevenir el contagio y rebajar los casos en hospitales hasta tener una media asumible.

Oír todos los días que hay que empezar con la fase de desconfinamiento no sé si ayuda a sobrellevar o, al contrario, nos hace pensar en lo que hemos perdido, perderemos o queremos recuperar ya. Lo primero era la salud, y parece que vamos parando el golpe: ¿o no? Quién sabe. Lo segundo era la psique, y vemos cada día más casos de miedos, ansiedad, insomnios, frustraciones y preocupación. Lo tercero, y no siempre por este orden, el trabajo, y vemos como el teletrabajo al que muchos nos vamos acostumbrando, requiere algo más que todavía no logramos aplicar. Lo cuarto, la familia y los amigos, la distancia no se puede suplir indefinidamente con whastapp, llamadas o zoom. Lo quinto, la sociedad, el ser humano necesita salir y sociabilizar, mover el mundo y que las calles no parezcan territorios arrasados por la desolación o la guerra (o la pandemia).

Y solo me viene a la cabeza un pensamiento: “No te olvides de vivir”.

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