Cuando muere un niño víctima del cáncer piensas que la vida no es justa. El pequeño Adrián se hizo tristemente famoso por su sueño de ser torero e hizo el paseíllo por la plaza de toros de Valencia de la mano del Maestro Ponce. Soñaba con lograr grandes gestas y estaba llamado a la gloria. Hoy el sueño se ha truncado.
De nuevo la muerte por cáncer revuelve tu vida y te muestra la fragilidad de la vida. Aunque creo que yo también tengo muchos sueños por cumplir, cada fallecimiento me revuelve mi vida, me trae a Garbancito de nuevo y me pone en jaque.
De nuevo la muerte por cáncer me recuerda que poder escribir es uno de mis placeres y mis sueños, de mis privilegios y dones, de mis obligaciones con los demás y conmigo.
Cuando desearon la muerte de Adrián insensatos anti-taurinos se me desgarró el alma ante la incomprensión del ser humano. Y hoy cuando se ha cumplido, solo puedo pensar que le vi cumplir su sueño de torear, como yo el mío de escribir. Mañana Dios dirá.
Olé!
Sigue escribiendo, lo haces muy bien. Viviremos lo que Dios quiera tu tienes la sensibilidad para apreciarla
No tengo duda. Por eso cada vez que veo la imagen de este niño sonriendo a la vida, me llena de satisfacción y me anima. Un fuerte abrazo y espero tener oportunidad de compartir lo que hacemos tan bien: reír y sonreír.
mucho animo. que bien escribes!!!tu eres una suoercampeona
No sé si soy una supercampeona, sé que estoy intentando afrontar cada paso con confianza en los médicos y voluntad para superar cada obstáculo. Y que en el camino cuento con familia, amigos, conocidos, compañeros, una tropa de ángeles y un guardián permanente.
A seguir soñando, a seguir escribiendo, beso enorme