Razones Sanfermineras


Cuando avanzan los Sanfermines 2017, cuando cada mañana no puedo ver el encierro por llegar a trabajar, pienso en las tres razones que tenía para ir este año:
– Mi hermano mayor organiza el mejor aperitivo sanferminero del mundo mundial rodeado de, por supuesto, familiares, amigos, conocidos, clientes … y cada vez más allegados. Como ya escribí…
– Pamplona es un estallido de vida en esos días en el que no hay enfermedades ni enfermos, en todo caso damnificados por los toricos y por el abuso del calor (siempre debido al fuego veraniego del cambio climático o al frio húmedo del norte nocturno).
– Podía revivir la escena del apartado de los toros y comer el mejor toro guisado en una casa cuyo nombre no desvelaré.

Pero también pienso en las tres razones para no ir a San Fermin este año:
– Estoy tan estupenda, con dos semanas sin jaqueca fuerte, para qué tentar a la suerte con un viaje, que habitualmente me machaca la cabeza, cuerpo y extremidades.
– Me han puesto una dieta que me impide comer nada con trigo, huevos, leche, mejillones, champiñones, etc… Para no poder comer una croqueta espectacular en mi bar favorito, ¡pues no!
El fin de semana está reservado a los turistas y todavía no he pedido vacaciones, y no está bien pedir para irse de marcha loca.

Dicho todo lo anterior, sólo sentenciaré: Viva San Fermin! El Santo que protege con su capotico a todos los pamploneses y no pamploneses, y que cada año me recuerda que, a las 8 de mañana, la emoción empieza con un cohete y no sólo por entrar a trabajar

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