Pre-operatorio

5aQué mejor plan para un viernes que ir a la Clínica a hacerte un proceso completo pre-operatorio, vamos, como quien va al centro de estética y empiezas por limpieza de cara, masaje y termina con un pedicura con reflexología. Entras por recepción para pasar a un análisis de sangre (estando en ayunas para luego poder pasar por cafetería), un electro, radiografía de tórax y una resonancia. Finalmente, como los niños, un delicioso desayuno en buena compañía y frente a un café Illy.

Como cuando se hacía la Primera Comunión, la Confesión previa te dejaba niquelada para el gran día. Así es este día de concienciación al paso por esta chapa y pintura. Como todo, cuanto antes empiezas, antes termina.

Sólo el anestesista falta para completar el periplo éste obligatorio antes del día del desembarco. Eso si, sirve para confirmar lugares claves como salas de espera, habitaciones, colores de los carteles, olores a alcohol y betadine, sonidos graves de médicos y saludos de pacientes agradecidos. Bonitas y típicas estampas populares que algún día se colgarán en sus paredes en una futura rehabilitación que recuerde cómo fue la ilustre institución.

Al final, prueba realizada es prueba superada, o eso me parece a mí.

Como esos abuelitos adictos a pasar por consulta, aprovecho para pasar, sin avisar por mi neurólogo, que obviamente no está. Como si tuviera que estar en su zulo esperando. Está viendo a sus pacientes por las plantas. Me llama al rato para decirme que cuando ingrese le avise. Pillín, como yo, intuye como yo que ese día mi querida migraña hará su aparición. Por no decir que me operan en mi día de dolor habitual: el viernes.

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