Los riesgos de trabajar

¿Quién dijo que era fácil reincorporarse al trabajo? Han pasado meses desde mi vuelta al trabajo tras la baja laboral y poco a poco he ido sintiendo que mi cuerpo se recomponía. Los efectos secundarios del tamoxifeno fueron devastadores para las migrañas, que se agudizaron en periodos e intensidad. El cansancio parecía haber tomado mi cuerpo y cada tarde caía rota al volver a casa hasta salir a caminar. El hormigueo recorría mi cuerpo como contraste en vena, la vista borrosa me impedía apreciar las finas líneas grises del cuaderno Moleskine y las defensas se quedaron a niveles de no poder prestar ni una.

¿Quién dijo que era fácil incorporarse al trabajo? Desde que volví a trabajar, he sentido que las noches se alargaban al intentar dormir para recargar las tan necesarias pilas para afrontar el día siguiente. Cada noche llamaba “al hombre grande” (el sueño) para que me recogiera y arropara para dormir; pero éste no llegaba, y,  entonces, viajaba una, dos, tres y hasta cuatro veces al sillón del salón para ver la televisión, escribir un poco del blog, pasear por la casa, y descubrir cómo el silencio de la oscuridad está lleno de lucecillas verdes de recogimiento, pitidos de oídos en el silencio y aire pesado descansando en la tranquilidad.

¿Quién dijo que era fácil incorporarse al trabajo? “Si el trabajo es vida, viva la enfermedad” no me vale. El trabajo es trabajo. Y para trabajar se necesita salud con la que levantarse cada mañana, tengas o no sueño, para afrontar los retos de cada nuevo proyecto y las dudas de los ya existentes. Salud para encarar las adversidades derivadas de intentar conjugar tus objetivos con los de los demás. Salud para defender posturas a veces incómodas. Salud para mantener la calma cuando llega la tempestad y, en definitiva, no caer derrotada por la fragilidad.

Si «sólo se conoce bien aquello que se ha experimentado», el cáncer me ha enseñado que si no tienes salud no puedes trabajar, aunque la vida vaya mucho más allá del trabajo. Y aunque lo intentes, habrá momentos en los que sientas que el Garbancito se fue, pero su espíritu quedó para siempre, y por tanto algo de él sigue en ti. ¿Qué? … a saber.

Ayer sin querer me di cuenta que, aunque no siempre lo sienta, hay cierto temor en mí. El temor a que nace de no saber que nada es para siempre, que la salud es un regalo y que no cuidarse tiene un precio.

GuardarGuardar

GuardarGuardar

GuardarGuardar

GuardarGuardar

Sígueme y da me gusta:

4 opiniones en “Los riesgos de trabajar”

  1. Los que hemos trabajado contigo sabemos los esfuerzos personales que haces para poder trabajar. Como también sabemos lo bien que lideras cualquier proyecto en equipo para llegar a un éxito seguro. Cuidarte es lo primero, en el trabajo te sobra energía, potencial y humanidad. Un beso fuerte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

error

Te gusto la entrada? Por favor, comparte :)