Con la mochila al hombro y el bronceado desapareciendo, y la cabeza llena de imágenes de Italia, vuelvo a la realidad. El verano ha pasado a ser un bonito recuerdo, la realidad laboral es tozuda, los escaparates se han llenado de colores terrosos.
Llevo quince días de “cargadora” de maletas, como japonesa a la búsqueda de las mejores fotos, de oradora impenitente, recoge-hamacas y animadora de padres. Pero no, no te equivoques, ésta no es la vida real. Muchos, casi todos, me preguntan qué tal estoy. Empecé diciendo que sigo luchando con los efectos secundarios del tratamiento, para pasar a enunciarlos y ahora he decidido decir que bien, porque decir que mal no sirve de nada, salvo para dar pena. Y tampoco es cuestión, cuando siempre hay quien está mucho peor.
La realidad es que septiembre, mes de colegios y atascos, es de nuevo, mes de recorrido por las consultas y la clínica. Vuelven los días previos de preocupación y la angustia, aunque sea pequeña y más llevadera al haber disfrutado de descanso y tener algo más cargadas las baterías. Porque aunque todo parece controlado, nadie tiene el billete perfecto.
Tras un año de lucha, el eterno candidato a la presidencia de EEUU fallecía hace pocos días, el senador y héroe de guerra, John McCain. Siempre me llamó la atención su trayectoria, su capacidad de adaptación para sobrellevar el sufrimiento, su inteligencia para manejar las adversidades y controversias, así como su fina ironía. Cuando leía que había vetado la presencia en su funeral del Presidente Trump, no pude por menos que sonreír. Y no porque fuera vetado, sino por la decisión de John de gastar algo de su tiempo en dar las indicaciones al respecto.
El caso de Aretha Franklin es diferente. El cáncer se la ha llevado también a la reina del soul. Y al oír que, como dicen en Valencia, “ha faltado” Aretha, mi corazón de nuevo encogió. A la mente me vinieron las canciones que mi padre escuchaba y el temblor que siempre me acompaña en la pierna izquierda cuando se habla de muerte por cáncer.
Pero como me he hecho el propósito de coger fuerzas, volver a trabajar y enfrentarme a la batería de pruebas, he decidido que cuando termine septiembre, volveré a cogerme tres días. Porque lo mejor está por venir y porque, a pesar de la correcta apariencia, como decía el padre de un sacerdote enfermo, es solo “chapa y pintura” lo que está bien.
“Tratar de crecer duele, sabes. Uno comete errores. Intenta aprender de ellos, y cuando no, me duele aún más”. Aretha Franklin.
“Estoy completamentamente preparado para ser comandante en jefe… Yo no necesito entrenamiento en el trabajo.” John McCain