Ausencia laboral programada

¿Por qué las bajas te las da el médico de la Seguridad Social? Es una pregunta que me hacía una amiga al verme llegar una mañana a trabajar sin fuerzas y con las ojeras de quien no ha dormido. La baja laboral difiere de la enfermedad básicamente en quien la evalúa y en cómo se siente el uno al  cuarto día. El concepto de “estar apto para afrontar la jornada” debiera tener en cuenta estar “saludable” físicamente, descansada para poder aguantar las horas requeridas y con el ánimo y la motivación al 85%.

Cuando me dirigía a trabajar esta semana me encontré con una amiga que acababa de ser operada como yo. Estaba físicamente bien, solo el gesto del hombro tirante reflejaba que no estaba como siempre. Durante años nos hemos cruzado en horarios, salas, jornadas y he admirado su salud e ilusión, su capacidad para la multitarea y mantener una vida social sin resquebrajarse. Como yo cuando inicié la vida tras Garbancito, iba a una exposición, quien pudiera escaparse de una tediosa reunión y pasear por las salas del Museo Thyssen que tanto me gustan.

Todo pasa y todo queda. Será por ver a alguien que inicia tu camino, será por simple simpatía, será por el cansancio de ya dos años de tratamientos, me sentí hundida. Llevaba ya un par de semanas con el nuevo tratamiento que no ha supuesto reducir dolores, calambres ni insomnios. Y entonces recordé cómo mi madre lleva veinte años soñando con que la próxima medicación que le van a dar para sus dolores de espalda y que le va a quitar todos los males presentes y futuros.

Busco firmantes para iniciar una iniciativa que nos lleve a poder coger unas mini-vacaciones al año, descanso vital, «break», recreo, días de suspenso, unos cuatro días, sin ordenador, ni teléfono, sin madrugones para ayudar a sobrellevar el esfuerzo de conciliar vida profesional y de hospital. Reivindicamos con razón los días de maternidad y paternidad, las vacaciones, los días de asuntos propios, los festivos locales y nacionales, pero nos olvidamos de los días de supervivencia.

Quien me cruza por la mañanas no sabe que a las 6 de la mañana he empezado el día con el consumo de seis pastillas para levantarme, abrir los ojos, caminar, leer y trabajar. Y tampoco sabe que cada cuerpo es uno, que mi amiga en pocos meses me contará que se ha ido de fin de semana a Martinica y le responderé asombrada que mis fuerzas llegan hasta Burgos habitualmente y Elizondo excepcionalmente.

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3 opiniones en “Ausencia laboral programada”

    1. Un fuerte abrazo para Bera, pueblo que tantos recuerdos nos trae. Y para ti, todo mi cariño y tantos buenos recuerdos y momentos compartidos.
      Salud y saludos,

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