Me hubiera gustado ser una buena escritora, perfumista en Hermès o decoradora de casas de playa. Soy un poco de todo lo soñado, escribo en las empresas para comunicar y entender, y he tenido el privilegio de impulsar el gran cambio de oficinas que ha permitido abrirnos al color, a luz y al espacio abierto, que son tres máximas que bien podría compartir con Pascua Ortega.
Tirar tabiques conlleva liberar prejuicios y abrirse a nuevos modos de vida, cambiar puertas supone iluminar espacios, renunciar a maderas noble a favor de nuevos materiales, cambiar tuberías requiere un arrojo para no sucumbir a “aguantan veinte años más”, máxime si por eficiencia optas por hacerlas vistas.
Cuando llegamos a la iluminación, la sensibilidad obliga a elegir focos empotrados, lámparas de techo o decoración, iluminaciones cenitales con bombillas de tono más o menos frio. Los estores o cortinas vendrán dados por la vivienda en una planta o vivienda unifamiliar. Los cuadros, esculturas y marcos de fotos irán llegando poco a poco, según la pintura de las paredes se asiente y vaya pidiendo ser cubierta.
Una casa especialmente, como una oficina, un despacho de abogado o un estudio de pintor es un lugar donde una debe desear llegar cada tarde, sentarse, mirarla y pensar que es donde siempre quieres volver. Eso es lo que siento cada tarde cuando llego de trabajar y caigo en el sofá. Soy como las pilas de Duracell, que cuando llegan a su lugar ya no tienen más carga. Por eso necesito que mi casa sea sobre todo un lugar pacífico y acogedor, con blancos de sosiego y texturas de seda y algodón que arropen.
PD. A la vuelta de vacaciones he recuperado el ritmo y con el la fría sensación de vivir demasiado deprisa. Pero he redescubierto que Italia es el pais en el que quisiera vivir, que la arquitectura de Renzo Piano me fascina, que el mar adriático me renueva los pulmones y que no hay nada como comer una paposcia en buena compañía.
Me encanta, gracias por esas bonitas y profundas palabras María José. Un fuerte abrazo.
Emilio
Pues muy de acuerdo. Remodelar la casa, la fachada de uno, la manera de vivir. Cambios que supongan estar más a gusto por uno y los demás: luz, color, vegetación. Armonía en general.
Y sobre todo ¡renovarnos por dentro, ¡dicen que la cara es el reflejo del alma¡ pues que se note.
Un beso,
Ma José.