En Ahora o nunca, la película protagonizada por los oscarizados Morgan Freemman y Jack Nicholson, encontramos dos formas de afrontar el cáncer diametralmente diferentes. Edward Cole (Nicholson) es un millonario solitario, enfadado con el mundo y con su familia, que afronta su final con la amargura de la enfermedad tanto como de la soledad. Por el contrario, Freeman encarna un simple mecánico, sin gran éxito profesional pero con una vida familiar que le llena. A pesar de las diferencias entre ambos, la experiencia les une para recorrer juntos un camino y hacer realidad los sueños incumplidos.
Lo primero que observas cuando te adentras en el mundo del cáncer es que los avances y evolución de la ciencia en este terreno son enormes, desiguales, inabarcables y rápidos como la luz. Puedes tener suerte y que te toque el cáncer de colón en hombre y el de mama en mujer. Entonces descubres cómo hay grandes éxitos y avances, sea por las políticas y prácticas preventivas, que han minimizado en gran medida el diagnóstico de los mismos, y por tanto su tratamiento es más ligero, sea por que se ha investigado especialmente debido al número de afectados, a la trascendencia o al interés. Y desde el primer momento, parece un mensaje común y generalizado, que transmiten y repiten médicos de diferentes especialidades como si se hubieran puesto de acuerdo. Puedes leer en internet webs desde muy técnicas e incomprensibles hasta foros de afectados, familiares y asociaciones más o menos serias, y casi todos coinciden en el optimismo para el tratamiento y curación.
Lo segundo que observas es que, como dicen también los médicos, no hay dos cánceres iguales. Desde el momento en que es diagnosticado, el tipo de cáncer, los antecedentes familiares, la salud previa del paciente, la forma de afrontar, los tratamientos disponibles, los médicos disponibles, las investigaciones y resultados previos… Y uno descubre el fabuloso mundo de la genética/genómica que cada vez más personaliza tanto la enfermedad como su tratamiento. Así, gracias a la misma, con un determinado nivel riesgo, la quimioterapia puede no aportar ningún valor al tratamiento. Y no es baladí aplicar o no esta técnica, tanto por lo que supone para la persona en cuanto a deterioro, efectos secundarios y calidad de vida, como por la posibilidad de prevenir nuevos cánceres a medio y largo plazo.
Pero volviendo a la película, hay tres grandes temas que reflejan bien el proceso de asimilación del cáncer.
1- Cómo afronta el cáncer. No podemos saber cómo reaccionaremos antes los tratamientos, pero sí parece evidente que quienes los afrontan de forma positiva están en mayor disposición de sobrellevar el dolor y recuperarse de forma más rápida. Porque ellos ponen de su parte colaborando con los tratamientos, cuidándose, comiendo de forma adecuada … Freemman tiene serenidad y compañía, Nicholson inquietud, ironía y soledad.
2- Cómo tratar el cáncer. Cuando uno se rodea o lo rodea gente positiva y que le quiere, está en mucha mejor disposición para pelear, para tratar y sobrellevar. Es capaz de pasar un calvario con alegría cuando sabe que puede contar con una mano extendida en los malos momentos y una comida de capricho frente al catering de hospital. El mecánico puede contar con una tartera que reviva su cuerpo maltrecho y le haga soñar.
3- Como querer cumplir sueños a pesar de sufrir un cáncer. En la vida los hay que dejan todo para cuando se jubilen porque no tienen tiempo nunca para disfrutar, llevar a cabo sus planes y no pueden renunciar a nada. Pero también, la mayoría, no realiza sus sueños porque no tiene medios. Estos lo llevan mejor y en la salud esos sueños, aun a sabiendas de lo difícil de ser cumplidos, acompañan, animan y se comparten. No hay que esperar a la jubilación, que no sabemos si llegará, no hay que escudarse en que uno no puede para no pelear. El presente es lo que tenemos y debemos intentar ir a Grasse, escribir el libro, subir a la cima y realizar el Camino de Santiago.
4- Cómo eres capaz de compartir tu vida con personas que nunca hubieras ido a tomar un café. Es tal el shock inicial, la hondura del dolor y de la preocupación, que solo quien ha pasado por ello parece ser capaz de ponerse en tus zapatos. Además es difícil compartir la levedad de la vida con quien ha recorrido el camino y cuando temes en un momento que puedes no estar en un tiempo. Total para que luego pase, para qué hacerle pasar por una situación de difícil comprensión.
Casi ninguno de nuestros malos presentimientos pasará a convertirse en realidad. Este pequeño pensamiento que apareció de nuevo en un artículo pseudocientífico hace un mes tiene mucho de verdad. Porque aunque quizá pienses que puedes morir, tampoco esto siempre es probable. Y como dicen los chinos “nadie se muere el día de antes”, así que para qué darle tantas vueltas a la cabeza.
Las películas, como la vida, tienen su guión. No siempre está cerrado y no siempre lo controlamos. Es importante rodearse de compañeros de viaje que aporten positividad, más compañía que cuestionamiento, menos presión y más comprensión, gran tolerancia frente a la incomprensión, y sobre todo, mucho cariño frente a la adversidad.
Podremos escuchar a todos pero solo deberemos hacer caso a los médicos en los que hayamos depositado nuestra confianza, en los psico-oncológos que nos aporten una visión más objetiva, en los técnicos, físicos, radiólogos, enfermeros que afrontan permanentemente casos como el tuyo, que colaboran pero no que no involucran como para quebrar. Pero el final, en gran medida, depende de cómo afrontemos y de como escribamos cada renglón.
El final de la película, casi casi seguro, suele ser feliz, y si no lo es, no tenía que ser. Pero debemos trabajar para que el final nos permita salir de la película con energía renovada, aunque sea sin algún órgano, con piel reseca, deshidratados o cansados, pero siempre con ganas de vivir. Como decía la película “No puedes ganar horas a la vida, pero puedes ganar vida a las horas”.
gracias, me ha gustado la publicación. ¡Enhorabuena al autor!