La mayoría hemos olvidado casi del todo escribir a mano (y no por los efectos secundarios del tratamiento). Pero hoy, el hematólogo al que toca evaluar de nuevo la huida de los leucocitos, me ha dejado fascinada: tenía impresos todos los análisis previos y había escrito ya en el historial un montón de palabras antes de entrar, además de alternar los colores de bolígrafo (rojo y negro). Puede parecer obsoleto, pero no, porque consulta el Vademecum en inglés y a través de su Iphone.
Con demasiada frecuencia nos encontramos con médicos que se limitan, quizá es lo normal, a su especialidad: traumatología, digestivo, ginecología, medicina interna, oncología. De esta forma, el diagnóstico es preciso y centrado en aquello que les importa.
Nos hemos acostumbrado también a que los médicos no nos ausculten, cuando antaño era lo primero que hacían, como paso previo a cualquier diagnóstico de lo que fuera. Se ha impuesto el “le voy a pedir unas pruebas”, lo que alarga el proceso, obliga a nueva visita y te deja como estabas. Encontrar a alguien que te pregunta “con calma”, que escucha y que te reconoce, muestra sobre todo vocación (y más).
Tomar tiempo para explicar los resultados y lo que de la revisión se puede deducir, también es cada vez más raro. Se agradece que te expliquen a qué se puede deber eso que sucede, y no limitarse a decir que tienes una determinada patología. Incluso se puede entender y preguntar cuánto sumas entre neutrófilos y linfocitos.
Antes de cerrar la visita conviene revisar toda la información previa, así como la derivada de la sesión. Es el momento de la verdad, cuando te resumen que no es grave, pero hay que vigilar, que todo hay que compararlo con uno mismo y no con los demás, que los prospectos se curan en salud con los efectos secundarios y no hay que tomarlo al pie de la letra y, finalmente, que después de un nuevo análisis te verá para cerrar el diagnóstico definitivo.
Efectivamente, además de una visita al médico, ha sido una lección sobre lectura de prospectos, introducción a la hematología, compendio de buen trato al paciente y recetario de cómo convivir con las propias deficiencias.
Salgo contenta de la Clinica Ruber Internacional. La leucopenia no es grave, sólo hay que mimarla, quizá no haya que hacerme nuevas pruebas de médula ósea (donde se generan los leucocitos) y esperemos que con los nuevos análisis confirmemos que mi cuerpo no genera más leucocitos simplemente. Porque no los necesita. Chicarrona del norte tal vez o a lo mejor.
Bueno…todo pinta de colores.. Y podemos interpretar que con ese mimo que te envuelve el momento y te regala la situación. Se pueda brindar con ese elixir de positivismo que nos regala» El Preciso». Para pasar página de esos sinsabores que si nos dejamos nos hunden.
Tranquila! ahora a comer bien y regar mejor, a reponer fuerzas y a vivir que son dos dias.
Besos desde Chapel Hill (NC)
Que grande las abuelas que cuidan de nietas.