Hoy se celebra el 12 de octubre: Fiesta Nacional, Dia de la Hispanidad, La Virgen del Pilar y día sin oficina. En Madrid, el plan que se puede hacer para los amantes de los desfiles es acercarse al Paseo de la Castellana y ver el despliegue de fuerzas de los diferentes ejércitos con las también fuerzas vivas del país, bueno fuerza interinas, pero fuerzas.
El día de la Virgen del Pilar merece especial mención. Esta fiesta que los aragoneses celebran que el fervor es un gran día, que sin ser día de precepto para los católicos, recuerda entre otros momentos su aparición a Santiago el Mayor. Es un día en el que siempre la ciudad maña albergaba alguna feria a la que escapar, bajar desde Pamplona, y disfrutar con medida.
La conmemoración de la festividad nacional parece no estar muy de moda con los sentimientos nacionalistas y regionalistas que llevan a celebrar lo visto como propio como único y, por tanto, a despreciar lo visto como ajeno como “estatal” y “lejano”. Curioso cuando a todos gusta tanto tener momentos y días de asueto el que nieguen o minimicen una oportunidad. Somos raros raros raros… Celebramos la unión de Castilla y Aragón, el descubrimiento de América y la gramática Nebrija. No es moco pavo. Y si no recuerdo mal fue instaurada por Alfonso XII.
Y llegamos a lo ya mencionado, celebrar un día, día sin trabajar. Es grande. muy grande, disponer de un día entre semana en el que no tener que trabajar, poder salir la noche de un martes a tomar algo o cenar, aprovechar para hacer un cambio de armario con la estación que entra, visitar lugares de la ciudad no siempre accesibles. Y no tener prisas.
Sea el motivo que sea me apunto a la celebración. Ahora no tengo suficientes motivos para celebrarlo todo. Además, a esta fiesta me apunto especialmente porque me recuerda que aun siendo de Elizondo cada día me gusta más el flamenco, luego algo nos une con los del sur. Comparto con mis amigos mexicanos que hablan de la raza y forman parte de nuestra vida. Me reclino con devoción en el día de la Madre, porque en estos meses de enfermedad, convalecencia y visitas, me he sentido, como decía una tía abuela enferma “más besada que la Virgen del Pilar”. Me alegro de tener un parón, porque me ayuda a recuperar la cara sin tener que sonreír a las nueve de la mañana cuando la noche anterior estaba a las cuatro con ojos como platos.
