Las vacaciones son un derecho reconocido en el ámbito laboral que, sin embargo, a menudo a muchos nos cuesta disfrutar. Existen los obsesivos con el trabajo, quienes piensan que nadie puede sustituirles, quienes nunca encuentran planes atractivos y los que no tienen con quién disfrutarlas y prefieren hacer como que no existen hasta que les obligan desde recursos humanos.
Cuando hace pocos días, veía a mis compañeros de regreso superbronceados y guapísimos, entonces fui consciente de lo mucho que las necesitaba. Mi amor propio me había llevado a mantener la cara y el tipo y mi cuerpo decía no.
- El trabajo nos genera tensión, por tanto nuestro cuerpo va aguantando estoicamente mientras llegan los esperados momentos.
- El trabajo es una forma de pagar las facturas, por tanto gozar estas fechas nos permite hacer buen uso de nuestros euros en cualquiera de sus formas, sean en papel, tarjeta o móvil.
- El trabajo es un derecho derivado del cumplimiento de una obligación que, además, permite hacer gestiones, estar con personas que no vemos durante el año, organizar nuestra casa, jugar al golf, tenis, pádel y por supuesto chinchón.
Hoy sábado, que he vuelto de unos días incluso sin buena conexión wifi en un hotel de 4*al borde del mar adriático, aunque parezca imposible estoy a pleno rendimiento con una gripe debida a las defensas cero que me recuerdan quien soy.
Las vacaciones son el tiempo para llenar mejor los pulmones con aire fresco desde que se quedaron tocados tras la radioterapia. Además, son los momentos para reflexionar en cómo quiero que sean las siguientes y en los errores que no cometeré este semestre. Tener días de silencio y reflexión era mi objetivo, visitar a un buen amigo que sabe como pocos de sufrimiento y de cómo poner la cara positiva a la vida, y lo he hecho. En nuestros momentos en silenciosa compañía me ha recordado que no hay que temer al sufrimiento y que solo hay que aprender a convivir con él como si de un amigo incómodo se tratara.
Vuelvo al trabajo con el firme propósito de dar lo mejor de mí, con la ilusión del becario, la fuerza del treintañero, la experiencia de la madurez y la capacidad de sufrimiento de quien que ha vivido intensamente.
Enhorabuena,,, parece que la gripa o resfriados ,,, nos persiguen , y lo malo , es que nos cogen ,,,!!!
Ahora ,, a respirar fuerte y a x el año !!!
Ni duda. A veces, queremos o nos creemos fuertes, y jugamos a serlo. Viene el toque de realidad y te recuerda que debes cuidarte. Nos cogen sin quererlo y espero que nos dejen queriendo.
Un abrazo,
Hola, a esta edad lo difícil es cambiar los hábitos, pero seguro que te iría bien tomártelo con más calma y darte más importancia a ti misma en cuanto a tu cuidado y descanso, por mucho que hagas, el día que desaparezcas de la empresa solo serás un recuerdo, no merece la pena gastar tu salud.
Un día escuché a una conferenciante decir que las empresas no tienen ni memoria ni corazón. Y quizá sea verdad. Pero un poquito de mi corazón dejo en cada empresa, en cada proyectos. Lo malo es que, a veces, de repente, te das cuentas que tu inteligencia y voluntad más allá de lo que tu cuerpo puede.
Pues ¡ Claro ¡ hay que cambiar el ritmo de trabajo y tomar fuerzas y serenidad y buscar lugares bonitos, hobbies que en el proceso diario de la vida no da tiempo. También por los demás. Cambiar la cara, que es » el reflejo del alma » y como nos sentimos realmente por dentro. Sonreír, dar paz , escuchar a los otros con paciencia. ¡se nota el descanso! Ese cambio de actividad, cada uno a su manera. Más sencillo, más complejo y con cambio de actitud ¡Un merecido descanso!
Me alegro María José de tus vacaciones y esas reflexiones apreciables que nos escribes…….
A re-empezar de nuevo valorando todo lo positivo que tenemos alrededor.
Un grande abrazo