Estar en esta fase post-extirpación de Garbancito me ha descubierto varias cuestiones de mi cuerpo que desconocía:
– Puedes echar de menos a un intruso al que sin saber te habías acostumbrado. Garbancito, en los días que transcurrieron entre la primera mamografía y la extirpación, se había alojado cómodamente y quizá hasta pretendía lucir en verano (no, eso no, que es anti-estético y poco púdico).
– Necesitas dormir sin tensión y para ello tienes que recurrir a técnicas de relajación y a la efectiva “contar ovejitas”. Al final olvidas las múltiples historias que vives cada noche y tu cabeza también lo hace con celeridad al amanecer. Continuar leyendo «Mamá y su mayordomo»
Autor: Maria
No hago novillos, me dan fiesta
Un día sin pruebas es impensable y fundamental, sirve para recuperar fuerzas, dormir, desayunar con tranquilidad y vaciar la nariz del olor a formol o lo que sea que inunda. Puedes dar un paseo para recuperar fuerzas, respirar y ver a una amiga con quien discutir de política, religión o simplemente escuchar las historias de una o varias vidas sin cáncer. Puedes ver la exposición de Laura Esteban si vives en Burgos y coincide. Un placer. Continuar leyendo «No hago novillos, me dan fiesta»
Por el buche entra el cámara
Batería de pruebas médicas
Que me esperaban unos meses de travesía del desierto, sin agua, sin hambre, con sueño, con cansancio, ya me lo habían advertido. El panorama estaba cerca de la realidad, pero solo cerca. Continuar leyendo «Batería de pruebas médicas»
Cumple de Décadas Doradas
A veces no se quiere cumplir años. Y eso que este año tenía motivo para celebrarlo, porque había descubierto un obstáculo en la vida y había sido capaz de sortearlo. Sin embargo, una llamada me recordó que mi nacimiento comenzó en un cementerio mientras mi madre lo visitaba. Tuvo que salir corriendo porque yo venía con ganas de vida, con prisa por respirar y con alegría por conocer a Mor y Mi, además del Jefe. Normal que a veces tenga momentos de tristeza, recogimiento y hasta nostalgia, los sentimiento propios de las perdidas y del no saber que nos deparará la vida y la muerte. Continuar leyendo «Cumple de Décadas Doradas»
Ya sabías a lo que venías
“Ya sabías a lo que venías” han sido las palabras del médico tras contarme el diagnóstico de la biopsia que me practicaron el pasado viernes. Uno debe poner cara rara, no sé si blanca, pero rara. Los médicos tan habituados a felicitar por un embarazo como informar de un tumor, deberían estar preparados para cualquier reacción. Me tengo por habladora, sin llegar a la incontinencia verbal de “mamá”, pero quedo muda. Normal. De verdad que no son diarias las noticias de esta índole.
Un petit déjèneur
Algo importante no ha cambiado en la vida. Porque cada día descubro que nada es lo que parecía, no sé si le pasa a todo el mundo, aunque supongo que terminaré descubriéndolo.
El desayuno es la mejor comida del día. Nada se puede asemejar a un café largo con poca leche y un delicioso croissant. El café me recuerda como olía la casa de mi tía al despertar, como empecé a enamorarme de su sabor y jugar a descifrar sus matices de olor. Continuar leyendo «Un petit déjèneur»
Casi nada de lo que temes suceda, sucederá
Leía el otro día que el 80% de nuestros temores nunca llegan a suceder. Gastamos mucho tiempo y mucha energía inútilmente. Con lo cara que está la electricidad, como para malgastar.
Sin grandes cortes rompedores, con la melena recta de toda vida, con el color castaño natural, siempre nos gusta llevar el pelo cómodo y funcional. Y ahora pienso que perderé el pelo y quizá la fuerza como Sansón. Está claro que un buen pelo y un taconazo ayudan. Como dice una amiga empresaria en mundo de hombres, la altura te hace invencible. ¡Y yo que no sé andar con alzas! Me falta de todo. Y encima lo dice mi amiga que mide metro ochenta y que caminamos como Tip y Coll o como el Punto y la “i”. Continuar leyendo «Casi nada de lo que temes suceda, sucederá»
Las salas de espera no son silenciosas
Al iniciar la aventura hospitalaria, nadie advierte de la cantidad de tiempos muertos que vas a ir acumulando con el tiempo, más bien son tiempos eternos. Con mirada curiosa se te abre un mundo mujeres diversas: las recién embarazadas que discuten con sus maridos que quieren ir a una despedida de solteros, las amigas que se acompañan mutuamente a revisiones periódicas (¿quién en su sano juicio quiere compañía para tales eventos?), las que van a revisiones de un tumor superado e irradian felicidad….
Ah… ellos… los hombres no tienen desperdicio, llegan tarde con la corbata suelta, esperan contestando sus smartphones y sobre todo flotan de incomodidad. No están hechas salas de espera llenas de revistas para mentes tan ocupadas.
Los médicos ya no marean la perdiz, van al grano o garbanzo. Ahora ya a eliminar el drenaje que de un plumazo o tirón. El tiempo sigue corriendo a tu favor, pero el contador se pone a cero. Porque habrá que esperar más hasta saber el tratamiento. Si la vulgar frase era “mucho lobo para tan poca caperucita”, aquí “mucha espera tan copa tan pequeña”.
De vuelta a la clínica sin respirar
Al día siguiente de operar, cuando te duele el pelo y todavía no has despertado de la anestesia, ya te mandan a casa. ¿Dónde mejor que con tus costumbres y tu familia? Vacaciones hasta el lunes.
Llega la hora de la verdad, es el momento de saber cómo ha ido la intervención. Poco a poco te vas dando cuenta que todo puede salir bien, que todo sale bien, y que los tumores tienen su niveles y nomenclaturas. Como si de un Pantone se tratara, el médico te comunica el numerito de gravedad o levedad de Garbancito. Parece que no es un pequeño infiltrado al que no hemos dado tiempo ni a crecer ni a desarrollarse. Pongo cara como de saber y haber leído en internet, aunque en realidad dejé de investigar a la tercera incursión infructuosa. Continuar leyendo «De vuelta a la clínica sin respirar»