El día 1 de mayo fue mi cumpleaños y terminé abrumada por la cantidad de felicitaciones por teléfono, email, whastapp, Facebook y Linkedin que recibí. Desde la última revisión no levanto cabeza, pero sé que este y los siguientes meses irán mejor. Cumplir años me hizo pensar en cuestiones por las que debo estar contenta y transmitir alegría:
1.- Voy ganando la batalla al cáncer. En los últimos meses he visto dejar este mundo a personas tremendamente valiosas. Y me he dado cuenta que no he hecho nada diferente a ellos para estar aquí, pero lo estoy. Simplemente como una torera, me ha salvado un pase largo. Estoy con tratamiento, dolorida, cansada, con menos pelo, sin vista, con piel roída, pero aquí sigo. Puedo trabajar y cada mañana veo un compañero a quien evito la mirada cuando me duele demasiado para que no se apiade de mis pies arrastrados. Puedo tomarme el café de media mañana que para poner a tono mi tensión y así trabajar más mejor. Puedo impulsar un proyecto basado en el diriges si comunicas y si comunicas existes, que es el sueño de mi vida.
2.- Puedo soñar con publicar un día. Desde pequeña quise escribir, comunicar y ver un libro con mi nombre en un escaparate. Claro que no lo he logrado, pero trabajo todos los días, bueno todos los que el dolor me permite, para escribir una historia que merezca una portada ilustrada, papel de buen gramaje y el prólogo de una amiga periodista que sabe cómo me gusta escribir. Y puedo soñar más porque desde que Garbancito se alojó, fui más consciente que los sueños son lo que nosotros queremos que sean. Investigar qué publicar, cómo, dónde y con quién, es un reto que me motiva a explorar diferentes tipos de géneros. Aunque siempre llego a la conclusión de que prefiero los relatos, microrrelatos y novela corta, quizá porque no tengo claro de cuánto tiempo dispongo y tampoco cuánto tiempo estarían dispuestos a leerme los sufridores.
3.- Hace tiempo que decidí que quería llegar a ser una viejecita de bridge. En la película “Paseando a Miss Daisy” me reconocí. Yo no iba para maestra jubilada, como mamá o mi tía, pero también era algo antipática, sobre todo por los dolores que pusieron en mi un rictus hostil. Puedo resultar algo autoritaria por aquello de ser del norte -donde mandan las etxeko andre (mujeres de la casa)-, y animar a dejar los cojines del salón siempre abombados, la cocina ordenada y huir de las cenas copiosas. Mis despistes pueden llevarme a un accidente, aunque espero no tenerlo hasta la edad de Miss Daisy. En lo único en lo que no coincido con la protagonista, en la desconfianza, que hubiera sido una buena compañera en lo profesional. La confianza, como la sinceridad, están sobrevaloradas.
Como tuve que pasar el día de mi cumpleaños tirada entre dolores de cabeza, aproveché sobre todo para intentar soñar con mi próximo «cumpleaños» en Portugal. Quiero pasear por su playa, hacer un recorrido de golf, escribir en mi moleskine al borde del mar, tomar un café mientras converso y escuchar el mar. Y sobre todo, quiero seguir cumpliendo para seguir contando.
Como siempre, tu comentario es una lección te tesón y aceptación.
Te admiro. Creo que deberías publicar «Sin temor al tumor».
Necesitamos reflexiones como las tuyas.
Lo primero FELICIDADES POR TU CUMPLE ¡ Es cierto , es la misma fecha que mi madre .
¡Ahora nos toca a nosotras¡
También me haría ilusión ver tu libro con una portada y título especial. Garbancito da mucho para pensar y meditar. Me encantan esas reflexiones y la manera en que las relatas. Llegan a la cabeza y sobre todo al corazón, Ma José.
¡HACE FALTA ESE LIBRO, POR FAVOR¡¡
Nos vemos muy pronto, ya en Madrid
Con mucho cariño , tu amiga de siempre, Olga.