Cada día me gusta más la naturaleza. Creo que la vida en la gran ciudad es tan enriquecedora culturalmente si la aprovechas como destructora vitalmente si tratas de aprovecharla. “Ultimo verano en Escocia” te transporta, sin querer, al valle de Baztán pero con mar. No es broma. Aunque ni en Baztán llueve tanto como en El Guardian Invisible, ni en Escocia gozan de tanto sol acogedor como parece reflejarse.
Una familia en crisis regresa a la casa paterna con sus tres hijos de veraneo, como tantos otros, al amparo de un padre bastante excéntrico. Cerca del fuego del hogar, la soñada reconciliación se convierte en un campo de minas. El abuelo enfermo de cáncer se lleva a los nietos a un día de playa mientras le preparan su fiesta de cumpleaños. Huida hacia adelante y reivindicación de su propia infancia y libertad, o simplemente oportunidad de transmitir a las nuevas generaciones el secreto de los mayores.
En una playa escocesa el abuelo termina su vida, y sus nietos con la sencillez que solo los niños tienen, le obsequian con un funeral
vikingo, le entregan el mejor regalo: su reconocimiento, cariño y arrope. El cáncer, a veces, te permite tomarte tu tiempo y reflexionar sobre cómo te gustaría terminar.
• Los tradicionales optan por un final familiar con un funeral sencillo pero sonoro y un cierre en la propia tierra. Sin duda no hay equivocaciones y permanecerá el recuerdo del vivo, posiblemente.
• Los modernos optan por un final en la intimidad sin ritos y con un acto de cordial y cerrada despedida. Una opción que requiere una convicción firme y muestra una necesidad de recogimiento particular.
• No hay espacios fáciles para los imaginativos. Solo unos niños pueden honrar a su abuelo con el funeral vikingo, subirlo sobre una balsa improvisada y prender fuego. Parece y es una película, pero muchos quisieran terminar así. Tan poco probable esta opción y rito como envidiado por muchos, aunque no lo reconozcan.
Cuando nos llegue el final, lo que sí nos gustaría estar rodeados de aquellos que nos aman, muchos y pocos, en armonía y sin estridencias. ¡Aunque para cada uno el sentido de intimidad sea particular y único! Entre la familia y uno más, los funerales rodeados de amigos y rondallas, y los acompañados de solemnes pompas… hay para todos los gustos. Casi todo vale, salvo las flores multicolor de plástico (por si acaso).
El cáncer del abuelo pudo terminar su invasión, ese proceso metastásico que va comiendo a poquitos, sin quererlo, con golpes de dolor cada vez mayores y frecuentes, si no se mitigan; pero sólo el abuelo pudo decidir si recibir la visita final con una sonrisa, una lagrima, un grito o un guiño. Además, de optar los mejores compañeros viaje.
Después de esta triste historia, solo cabe recordar que debemos aprender a vivir, a vivir bien, a saber vivir y a disfrutar. Estoy convencida que de cómo vivamos dependerá el cómo terminemos. Y si no que se lo digan a María quien me dijo un día que vivía para cantar y, así lo hizo, cantó hasta el final.
Felicidades y a disfrutar de la vida y de la naturaleza en este puente de San Jose que pinta bueno! 15 nuevos Sacerdotes serán ordenados mañana a las 17:0o! Viva!
Hermoso como siempre, un verdadero placer que hayan cruzados nuestros caminos