Sin darnos cuenta corre el mes de enero, planteamos los objetivos y ya hemos metido la directa. Dicen que bastan entre 21 y 30 días para crear un hábito que se consolidará en función de la motivación y la determinación.
Empecé el año con el propósito de no dejarme llevar por la vorágine a la que nos vemos abocados cuando somos responsables de impulsar proyectos. Claramente alineada con los objetivos vitales, apenas han pasado dos semanas desde el inicio y ya están rectificando como si de presupuesto se tratara. No depende solo de lo que tú quieres si no de lo que puedes.
Como en la enfermedad, en el trabajo toca lo que toca. Y cuando empieza el año y miras todo lo que hay que hacer, olvidándote de cómo estás machacando tu cuerpo con la química diaria, la insuficiente actividad deportiva y la excesiva alimentación de última hora, es entonces cuando piensas que debes repensar tu vida, trabajo y sobre todo tus sueños.
Aparta de ti el sufrimiento y la derrota de la batalla contra los efectos secundarios para centrarte en el qué y cómo hacer, dejando a un lado el porqué. Sabes que no hay nada tan importante como para poner el riesgo la salud. Pero también es verdad que resulta difícil no maltratar el cuerpo cuando la presión laboral acecha.
Y no hace falta estar batallando contra una enfermedad como un cáncer que te cambia la vida y coloca un cronómetro en el corazón para darte cuenta que lo importante es lo de siempre: tú mismo. Porque solo si nos cuidamos física, mental y emocionalmente podremos crecer y ser realmente felices.
Sigo tropezando en la misma piedra: trabajar. Pero confío en tener la fortaleza para empezar a decir No Cuando me pidan algo a las 18:30 o cuando me digan que hay que trabajar más rápido. Pero seguiré intentando crear el hábito de dormir cada noche como si fuera la primera.
María,
Me impresiona y te felicito por tu coraje para afrontarlo y plantarle buena cara, redescubriendo los detalles de la vida!!
Deseo que pronto recuperes tu mejor estado y energía óptima.
Mucho ánimo y un cálido abrazo.
RM
A la vida puedes ponerle buena cara o regocijarte en el dolor y la desgracia. Yo opté por darle cara, sonreír, recuperar las riendas y disfrutar de todo. Supongo que el sacar lo mejor de la vida y disfrutar ya formaba parte de mi. Solo reforcé mi convicción sobre la necesidad de vivir intensamente.