Amanecí en la tierra que me ha dado muchos de los mejores momentos de mi vida: por su luz, su mar, sus gentes. Aparcaba por unos días el trabajo y la lucha por demostrar a no sé quién que “se puede trabajar” para compartir momento irrepetibles.
Cumplir años es sin duda una buena noticia. Vas acumulando experiencia, sosiego, ganando en sabiduría, dicen. Y, cuando has pasado por pruebas duras, es una oportunidad de para cambiar de perspectiva. ¿Y qué pasa si no has logrado vencer todos los miedos? ¿No basta con pensar en todo lo pasado para sentirse orgulloso? Pues no. Para mí, no. Porque me gustaría amanecer cada mañana sin el hombro hinchado y con la cabeza despejada.
Despertar el día de tu cumpleaños con un golpe de luz mediterránea no basta, hay convertir el rayo en una espada que haga saltar todo resto de tratamientos, medicaciones, temores, olores y sabores de una etapa negra de tu vida que no termina de cerrar.