Yo, como la protagonista de la película Julie & Julia, aspiro a cocinar las 564 recetas del libro durante el próximo año y, como ella, a plasmarlo a través de un blog. A mí, el tema me viene impuesto. Llevaba tiempo buscando sobre qué escribir, algo que me divirtiera, tuviera interés para mis amigos y sobre lo que supiera algo (con mayor o menor experiencia).
La cinta narra el proceso que sigue Julie Powell de cocinar todo el recetario de un libro escrito por la cocinera de referencia Julia Child en sus comienzos, para luego plasmarlo en un blog que irá redactando con todas las peripecias acontecidas. Yo ya no he tenido opción. El hilo conductor refleja cómo un tumor de pecho cambia la vida personal, laboral y social de una mujer. Cómo, cuando menos te lo esperas, tienes que parar tu vida y centrarte en cocinar un nuevo cuerpo, sin tropezones, con los más modernos aparatos del mercado, con las prestaciones que la química genómica ofrece y, sobre todo, con la convicción de que todo lo bueno se cocina a fuego lento.
La chef que inspira a la joven bloguera a la hora de escribir muestra varias características interesantes: se encuentra en un entorno adverso socialmente, donde no siempre será comprendida, luchará por empaparse de conocimientos cuando nadie apuesta por alguien con tan poca base, se enamorará apasionadamente de todos los olores y sabores de la cocina. En el caso del tumor el entorno es más favorable, la medicina ha avanzado mucho y se cuenta con las herramientas adecuadas para poder operar sin mayores complicaciones y tratar sin grandes consecuencias. Nada más importante que un gran afán de superar lo antes posible la situación para animar a nuestra “medio cocinera” a llevar un buen ritmo de varillas de batir en lugar de tenedor. Y, por último, también coinciden en que ambas son enamoradizas de la cocina y de la salud, por el aroma a vida, al cognac, al pato, sea a la bergamota, al higo, o simplemente al vetiver y vainilla que emanan.
Las desesperantes escribientes comparten su kaos particular, una situación de partida que les llevaba a querer mejorar en la vida, colorearlas, y una voluntad de comunicar y compartir. Ambas cuentan entre sus más feroces críticas con madres “extraordinarias”, con compañeros de viaje incondicionales que catan sus platos cualquiera que sea la receta y les animan aunque pasen momentos de desesperación al verles colgadas del ordenador a horas intempestivas.
Entre las dos blogueras, sin embargo, las diferencias también son importantes. Una vive en EEUU, país donde un apartamento es una ventana, Central Park o cualquier barrio lleno de vida multicultural, leyendo los libros de una Señora de De expatriada a Paris, ociosa, sin hijos, con mucho tiempo y poco que hacer. La otra escribe desde su piso en Madrid, en una zona residencial en la que, si has cambiado las ventanas, no oyes ni al camión de la basura. Además, la pobre Julie tiene un plazo predeterminado de un año para cocinar más de un plato por día, en unos metros limitados y con herramientas no siempre accesibles. Por el contrario, nuestra bloguera sin temor no sabe cuánto durará, sólo sabe cuándo empezará, pero el fin va a depender de su reacción a la adversidad y a los tratamientos. Su referencia es una clínica con unas vistas a la ciudad financiera, a las cuatros torres que de momento se elevan, y donde le obligan a extraer sangre azul, beber pócimas, sacar fotos y pronto hacer “crème brullé” con un soplete. El estrés en cualquiera de los casos está asegurado.
El blog original parte de un libro de recetas que, pasado por el tamiz de los años de explosión de los blogs de cocina, se convierte en una referencia. Sin embargo, el que nos ocupa se limita a partir de la referencia médica -sin profundizar en las enseñanzas dudosas que Internet ofrece-, y a plasmar el camino recorrido (Caminando) así como las enseñanzas aprendidas gracias al cáncer (Píldoras de vida), compartiendo algunos enlaces de interés con los lectores despistados que caen (más para disfrutar que para domar como dogma de fe).
Hace unos cinco años, un bloguero profesional aseguraba que, como mínimo, es necesario un año para empezar a tener seguidores y sentirse algo consolidado. En Sin Temor Al Tumor, tenemos varios problemas: esperamos terminar con el tratamiento antes de cumplir años, no tenemos intención de convertirnos en referencia de nadie para la batalla contra el cáncer y principalmente queremos escribir, disfrutar y compartir la experiencia extraordinaria de cómo hoy en día el cáncer tiene unos porcentajes de curación elevadísimos.
Se nos quemará alguna salsa, llegaremos tarde a alguna clase, nos mojaremos al volver de comprar brócoli, quizá el aroma a naranja valencia este año falle, pero seguro habremos reído y sonreído en este tiempo. Y si no, no hay más que esperar…
Y Como ellas también aprendía “nunca te disculpes, nunca tengas miedo”, porque el pollo se te quemará.
Hola guapaaaa, que bien transmites, ya sabes que tampoco es lo mio, y ante la necesidad y obligacion del alimento diario, ( ama ingresada), y con adolescentes en casa, me vi un poco apurada, y me plantee que tenia que aprender, pero mi voluntad no me ha seguido….
A ti te veo muy capaz, asi que adelante chica!!!
Que profundidad y cuantas enseñanzas. En breve todo superado. Eres una campeona
Seguro que terminas dominando este libro de recetas. Voluntad no te falta. Estaremos cerca.
Habrá que insistir con el libro, pero no lo veo. Abrazos
Vamos campeona que con esa termomix que te has comprado seguro que todo resulta más fácil.
Un besazo
Sere tu mayor critica, pero lo hare con mucho amor.
Bueno, aqui tienes otro seguidor!!!!
Enhorabuena de nuevo! me encanta leerte, transmites muchísimo.
Gracias Antonio. Seguimos Comunicad@s. Un fuerte abrazo.