Llevo días leyendo sobre el Día de la Mujer Trabajadora (¿o no lo somos todas?). Se mezcla el tono festivo de cualquier celebración, la reivindicación ante un año marcado por la violencia contra las mujeres y una huelga para mostrar que sin mujeres se desploma el trabajo.
Celebro todos los días la oportunidad que la vida me da de trabajar, a pesar de lo que me cuesta cada mañana levantarme por no dormir apenas, por el cansancio, las migrañas y el hormigueo permanente. Así que en este solo puedo añadir que me paro para escribir sobre su trascendencia.
Hay que dar un paso adelante para educar, concienciar, prevenir y denunciar la violencia de género sin fisuras. Y también para normalizar la equidad e igualdad en oportunidades laborales. Porque desde que las mujeres relevantes del cine han dado un paso adelante, parece que esta realidad existe. Triste constatación cuando murieron en España 48 mujeres.
En este día tan significativo, solo puedo agradecer a todas las que trabajan con una sonrisa, luchan por un mundo mejor y no flaquean cuando les amenazan con represalias.
No me gustan los lazos, aunque creo que son necesarios. Prefiero las obras y las acciones, la reflexión para la acción, el ejemplo para la ejemplaridad.
