Gracias A la invitación de IBM en el Día de la Mujer de 2017 tuve la oportunidad de escuchar a María Blasco, Directora Científica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Hemos “celebrado” el Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia (11 de febrero), y he recordado su imagen frágil, su ponencia contundente y carácter afable.
No conocemos muchos nombres de mujeres científicas a lo largo de la historia, pero haberlas las ha habido. Traigo a María Blasco porque me impresionó de su mensaje que no se centrara en meros datos sobre los avances científicos, que los dio, sino en la importancia de trabajar y hacerlo bien. Transmitía con sencillez como lo hacen los sabios.
Cómo no recordar también a Maryam Mirzakhani, la matemática iraní, única mujer ganadora de la medalla Fields, que murió en julio de 2017 víctima de un cáncer y de la que solo se habló con fuerza para felicitar su logro y en su obituario. Ella estudió toda su vida y nos dejó un ejemplo de lucha para quienes compartimos su peor experiencia.
No podemos inventar científicas pero si podemos agradecer a Mercedes Robledo, Cristina Rodríguez, Cristina Montero, Sara Mellid, por ejemplo, su entrega en el CNIO. Sin olvidar a Cristina Pérez (Doctoranda de la CUN) y Andrea Romanos Nanclares (Nutrición y Dietética).
Sin investigación no hay salvación
Desde mi punto de vista, las mujeres sois lo mejor de la Sociedad. Sois el motor del día-a-día: sin vosotras, los niños/niñas no saldrían adelante, con lo que eso supone para el presente y sobretodo para el futuro. Dais cariño a quienes os rodean de forma altruista y si además sois investigadoras o trabajadoras destacadas en vuestro campo (como el caso de María Blasco, y tantas otras), «miel sobre hojuelas», chapeau.
Claro, del hombre, quizá la faceta laboral vaya por delante (me refiero a reconocimiento9, pero si no tienes una base de humanidad, la distinción de persona VIP por tu aportación laboral, desaparece. Sí, contribuirás a la ciencia, a la tecnología, pero no dejarás traza en el corazón de los que te rodean, que, al final es el motor de todos nosotro/as.
Si a esto le añades «lidiar» con una enfermedad tan incapacitante como el cáncer, estamos introduciendo un factor debiitante que engrandece todo esfuerzo que, en este caso, adquiere dimensiones de auténticos héroes/heroínas.
Resumen a modo de ecuación: mujer + cariño + cáncer + buena trabajadora (en este orden) = heroicidad.
Queridas heroínas, ¡gracias por existir!
PD: Me he criado (como tantos niños) con el amor de una madre, que ejerció de TODO durante mi niñez: me iluminó en mi adolescencia y, ahora que soy mayor, es mi faro … ¡Que NOS (no solo yo me beneficio de ella) dure lo más que pueda! Y, vosotras, que padecéis cáncer y lucháis con esta enfermedad … ¡Ánimo!, independientemente de vuestro nivel laboral (que también, pero en su orden de prioridad) dais sentido a la vida de muchas personas … ¡vuestra lucha es la nuestra!
Gracias Jesús por tu comentario. El ejemplo de mujeres que me han precedido sobre todo ha dejado en mi la obligación de intentar sonreír cada mañana. Ellas, mis ángeles guardianes, se ponían un foulard en el cuello para tapar su garganta y pecho maltrechos, ellas bajaban la cabeza con el cansancio, ellas me enseñaron que, a días, hay que estar en un lugar donde nadie te vea, recuperes un poco de fuerza y resurjas…
De nada María (¿o eres Mari José? Me es indiferente (me gustáis ambas). Sin duda, tu experiencia sobre el amor que te han transmitido otras personas (tus «ángeles guardianes» como dices) es más profundo que el que yo he tenido y puedo transmitir. El factor «cancer» está presente y este blog está dedicado a vosotras (sin duda).
Pero me gustaría transmitir mi experiencia (dejando claro que lo vuestro pone los pelos de punta), mi madre que es mi faro no tiene «foulard» o tiene que esconder una tara física, aunque, recientemente, la han tenido que quemar cicatrices cardíacas para corregir sus taquicardias. Hace un par de meses, estuvo hospitalizada con neumonía (que con 77 años … estuvo muy delicada): pobrecilla …
Recuerdo cuando estudiaba a las 6 de la tarde (los deberes de mi época escolar), mientras ella cosía. Sólo estar con ella al lado, me daba ánimos y seguía para adelante. A veces, la decía algún escollo en mi aprendizaje: Mi madre, la mujer no tenía ni idea, pero me escuchaba … con eso me bastaba.
El fin de semana pasado, perdió a su hermana mayor (85 años): le gustaba ir a casa de mi madre (toda tranquilidad) y, a falta de camas, dormían en la misma cama de matrimonio … como 2 adolescentes. Les gustaba ir a Benidorm …
Esa hermana (mi tía) era la única que tenía en Madrid y nos advirtió un piso (barato, bueno, antes de la burbuja inmoviliaria) que se vendía en frente de su casa. Mis padres lo compraron y pasé el 2º año de carrera comiendo en su casa (con 9 niños que tenía, qué valor) …
Este sábado (8-FEB-2020), la puse en el tanatorio un mensaje: «el amor se demuestra, me he sentido muy querido entre vosotros (su gran familia) especialmente contigo» … estuve un buen rato llorando de emoción.
El domingo (9-FEB-2020), fuimos a Toledo (donde tenía sepultura familiar) y veía a mi madre a quien dijeron sus hijos (mis 9 primos): por favor, ayúdanos … no me cabe ninguna duda que les llamará a deshoras para saber de ellos.
La vida es esto, luchar, apoyar, luchar, animar, luchar, estar ahí, luchar,… y ahora, gracias a tu testimonio (María), tengo presente que hay quienes lo hacéis con «foulard», porque os habéis tenido que someter a sesiones que os hacen sobrevivir … para beneficio de quienes os contemplamos y tomamos buena nota. No os quepa ninguna duda, ¡vuestro sufrimiento es el nuestro!, porque nos animáis en cuanto os vemos y sabemos (bueno, es difícil de saber hasta qué punto) lo que hay detrás de ese «foulard». Gracias, de corazón.
Personas así , hacen que el mundo sea mejor.
Sin duda Carmen. Por eso es tan importante recoger su ejemplo y transmitirlo.