No duermo, hago la guerra al sueño

Pocas cosas hay en el mundo que me produzcan mayor paz que escuchar el sonido de mi Mar Mediterráneo. Cuando era niña y caía la noche, mis “ventanas de ojos” caían por el cansancio de la playa, la diferencia de presión y la vida intensa que en ella se palpaba. Así, mientras sucumbía en brazos de Morfeo, escuchaba la brisa suave que velaba mi sueño y arropaba mi noche de luna de Valencia. Ahora, casi desde el cielo, escucho también por las noches los sonidos de entonces, pero mirando con distancia, porque no me arropa como entonces, me envuelve y rodea entre el recuerdo de la infancia y los escalofríos de un día con sol.

Dicen que las noches son traicioneras, quizá por que la oscuridad tiembla el pensamiento, quizá porque en la soledad devuelve a la infancia, quizá porque nos damos cuenta de lo rápido que pasa la vida. En cualquier caso, solo en ese momento oscuro, en el que la tarde y el atardecer anaranjado, uno se da cuenta de que la paz verdadera solo se encuentra cuando eres capaz de disfrutar de estos momentos de soledad.

Dormir es uno de los grandes placeres, decía hace ya muchos años, una compañera de piso, y le doy hoy la razón mientras sonrío. Dormir es un placer si llega con suavidad y sin forzar. Porque si para dormir hay que engañar a la almohada, fingir que todo está bien o tomarse una valeriana, quiere decir que no se ha cumplido con el día.

Los insomnes lo saben bien. Se esfuerzan por justificar la situación, cuentan corderitos, repiten mantras o jaculatorias, y, algunos, escriben hasta el aburrimiento. No basta con querer dormir, hay que poder dormir. Y para poder dormir hay que tener sobre sueño, y eso según me contaban hoy se logra acostándose y levantándose a la misma hora. ¿y como lo logras si a tu lado nadie es riguroso?

El último intento de conciliar al sueño termina siendo cada noche levantarse, ir al sillón, poner una serie policiaca que se repite sin cesar, simular que te entra el sueño, volver a la cama y dormir, o no, que toca de nuevo levantarse, ir al sillón y comenzar de nuevo.

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