Eran ferias en Elizondo. Ambas habíamos ido a celebrarlo en familia y nos encontramos en la calle. Peleábamos contra el cáncer de mama, cada una a su manera. Miriam era bastante más joven, bastante más guapa, una comunicadora nata y gran amiga de sus amigos. Yo por el contrario, aunaba un cansancio de años, un cuerpo que reaccionaba mal a los tratamiento y unas migrañas permanentes, solo quería trabajar y tirar hacia adelante.
Leía su blog ( http://vivetucancer.com) con la admiración de quien está enamorada de la comunicación y con el pudor que me producía su valor para desnudar su vida, su alma ante desconocidos, por escrito o en forma de video. Al final, sus desgarradores relatos terminaban dejándome destrozada, porque yo sentía que iba bien y Miriam estaba comida. Como buena baztanesa, kuskuxeaba su blog queriendo descubrir el secreto de su vida: su alegría infinita y su fuerza imperturbable. ¿sería el agua de Saskaitz, el chocolate de Malkorra, la txistorra de Ciaurriz o los filetes de Esarte? No lo sé.
Nacimos en el mismo pueblo, ambas estudiamos la misma carrera, la vida nos trajo con parejas de fuera de Navarra a Madrid, en la comunicación empresarial encontramos refugio y trabajo, hasta que, a ambas, el cáncer nos tocó con su vara. Marián no dejó un día de luchar por ella y por las demás, amó con pasión a la familia y nunca dejó de agradecer el acompañamiento, aun cuando fue necesitando cada vez más ratos de intimidad.
Hoy, víspera del Día del Cáncer de Mama, Miriam ya no está, no podrá mandar sus mensajes de sosiego, sus corazones de colores, no mostrará sus pendientes y gafas extraordinarios, porque su cuerpo ha dicho basta. Y aunque llevaba tiempo diciéndonos que esto se acababa, en cada mensaje dejaba un atisbo de esperanza.
Llevaré tu lazo y el mío, contaré en mi empresa que solo se vive una vez y cantaré por tus hijas, por tu marido, por tu hermana y por tus aitas.
Hola María José, como sabrás he sido un sencillo carpintero pero eso no me ha impedido el disfrutar y admirar tu forma tan vella de escribir. He gozado mucho de tus escritos aunque ya llevaba una temporada sin asomarme a tu blog. Este último, referido a mi hija Míriam, me ha emocionado. Muchísimas gracias, lo guardaré como oro en paño.
Un fuerte abrazo y otro con la misma intensidad para tus aitas que tanto aprecio.
Me figuro que sabrás que tu Aitetxi y el Aitetxi de Míriam tuvieron una larga y directa relación laboral, el tuyo como superior del suyo.
Te deseo lo mejor, que te vaya todo bien y podamos leerte, siempre, con noticias buenas.
Querido Javier,
Desde pequeña en mi habitación guardo un pequeño piano tallado por mi aita y sus repetidas palabras sobre el valor del trabajo realizado con las manos. Así que el trabajo sencillo es el que nos hace la vida más feliz. La sonrisa, la fortaleza y el compromiso con todo de Miriam me maravillaron siempre. Sin duda nos ha dejado muchas lecciones, pero la más importante es su amor a la familia, a sus hijas, padres, hermana, sobrinos, amigas, esposo (con un respeto absoluto a un discreto compañero). Nuestras vidas paralelas, las aguas de Saskaitz, el colegio, nuestras familias cercanas, nuestro amor por Baztán, nuestra formación universitaria, nos unían. Cuando la vida nos pegó fuerte vi en ella un referente. Yo venía castigada por enfermedades previas que me hacían afrontar todo con el cansancio de quien llora cada mañana al levantar con dolores y migrañas.
Solo quiero mandaros un fuerte abrazo, mi cariño y mi oración. No suelo hablar de mi Fe, pero mis padres y el colegio de Lecároz me marcaron el camino. Este verano viajé a San Giovanni Rotondo, donde vivió el capuchino San Pio, y donde encontré el lugar donde le sufrimiento encuentra consuelo y el cansancio reposo. Allí recé por mi familia, amigos, compañeros de empresa, y por mi. Llevaba una larga lista de peticiones, que el pobre Padre Pio tramita todavía. Entre ellas está Miriam, a quien el capuchino recordará «Cuanto mayores tus sufrimientos, mayor es el amor de Dios para ti»
Un fuerte abrazo,
Gracias María, da guste leerte, eres maravillosa, que envidia me das. Muchísimas gracias por éste escrito tan bonito. Te deseo y te mereces lo mejor. Un abrazo fuerte.