Como Don José Lizarrabengoa, protagonista de Carmen de Prósper de Merimée y que inspiró a Bizet para su ópera, soy de Elizondo en el Valle de Baztán, ahora todavía más famoso gracias a la trilogía de Dolores Redondo.
Tuve el privilegio de estudiar en el Colegio de Lecároz, antiguo internado de los Capuchinos, donde me enseñaron a amar la literatura de García Márquez y la música clásica, así como fortalecer mi Fe.
Al iniciar la carrera quería ser periodista de guerra, pero me fui decantando por la comunicación empresarial. En Comunicación y Marketing he desarrollado parte de mi vida profesional, para adentrarme después en los recursos humanos y la selección de personal.
La consultoría de RRHH, me permitió confirmar la importancia de las personas que conoces a lo largo de la vida, la capacidad del ser humano de reinventarse profesionalmente y lo inútil de mostrarse como no se es.
Desde hace un tiempo, colaboro en un proyecto de responsabilidad social corporativa con el que intento devolver a la sociedad un poco de lo que me dio, ayudando a incorporarse al mercado laboral a quienes más dificultades tienen.
Mi vida sería incomprensible sin mis pilares básicos: mis padres, que siempre nos inculcaron la independencia y la unión; mis amigos que, pese a mis continuas mudanzas, siguen ahí con más o menos encuentros. Y, sobre todo, mi RDV, el hombre que desde hace 20 años recorre conmigo la vida, con muchas más acciones que palabras.
Me como la vida a sorbos desde que una monjita me dijo que uno no se puede aburrir, desde que un profesor me explicó que el tabaco en soledad es compañía, desde que descubrí que todo está por venir. Ahora, con mirada calmada, con gafas de sol especiales para ver el mundo un poco más verde Baztán, contemplo el futuro con la esperanza de seguir como siempre: dando guerra y rebelde sin causa.