Que nadie me diga qué es la violencia de género. Conocí, viví y sufrí su lacra muy, muy cerca, de mí. Denuncié sin darme cuenta de las consecuencias y, quizá gracias a ello, evité un final trágico a una situación que se venía repitiendo. Pero eso no me convierte en adalid de nada. Eso no puede hacerme una exaltada y radical «adalid» de aquello que no domino como mi batalla personal. Por eso quiero ser prudente. Porque nadie, salvo quien lo vive como yo, sabe cómo se vive con una guillotina sobre el cuello. Mi respeto, acompañamiento y acompañamiento sin exaltación. Continuar leyendo «Automotivada para vencer»