Primera parada en Laboratorio. Estiras el brazo para que te hagan los análisis y empiezas a ver como la enfermera prepara uno, dos, tres y hasta quince tubitos. El chiste es fácil, “ para no aburrirse” en un día de calor. Tanta sangre para que te digan que no circula con fluidez, que su calidad no es óptima y que no coagula.
Segunda parada en Medicina nuclear. Estiras los pies para que te pinchen entre los dedos y te introduzcan una de esas soluciones que te hacen botar con una sensación de electricidad y frio que te deja temblando, hablas sin parar hasta que termina de pinchar.
Tercera estación en Sala de Tortura. Asimilados los contrastes, te pasan por una máquina que empieza por hacerte sentir atrapada y va recorriendo tu cuerpo con reflejos, mostrando en una pantalla una silueta de claroscuros con luces en las uñas, en la cintura, en el pecho…
Cuarta parada en la Calle. Mientras sales hasta la próxima dentro de dos horas, ves cómo en el gimnasio junto a la clínica una joven entra con una carpeta y muchos papeles. Está entregando su CV, buscando una oportunidad a más de treinta y cinco grados, con una sonrisa, en una ciudad muerta por el calor, vacía por la estación y ajena a las necesidades.
¿Alguien dijo que la vida es aburrida? No tiene mérito poner tu cuerpo con sonrisa en pruebas inhumanas, mérito tiene no cejar en el sueño de lograr un trabajo en agosto en Madrid.