La Navidad empieza cuando se emite el anuncio de televisión, me decía una lotera hace unos días. Y yo, inconscientemente, lo traducía en “todo es comunicación”, quizá por deformación profesional. Ese mensaje, tantos años con la imagen del hombre de la mirada penetrante, siempre me alegraba el corazón, y no porque sea una consumidora de lotería, sino porque me conducía hacia el momento cumbre de la familia. Un año cambió el sentido de la lotería.
Este año, como todos y muchos, quiero me toque la lotería que comparto con un grupo de amigos muy importantes para mí, aquellos que configuran mi recuerdo escolar.
Vuelvo a recordar que la lotería es suerte, que tengo las mismas papeletas que los demás y que, como la vida, tiene un componente de suerte… ¿o todo?
Empiezo mi lista de no regalos y termino pronto, es año de austeridad. Cojo de nuevo la libre y empiezo a jugar ¿Sabías que ya te tocó la lotería cuando…?
- Pudiste formarte para forjarte un futuro con un trabajo más o menos estable.
- Tuviste un primer jefe que enseñó a trabajar, pero también a hacer empresa y equipo.
- Encontraste una pareja que acompañó tus momentos de bajón y aplaudió tus éxitos.
- Tus hijos aprendieron a leer y te pidieron un libro concreto de entretenimiento aquel día que paseabais.
- Aunque tarde, lograste el ascenso esperando.
- Te facilitaron una formación en tu empresa para mejorar competencias y habilidades.
- Tus amigas te acompañaron cada mañana con un “buenos días requeteguapas” por WhastApp aun en los peores momentos.
La lotería empieza con un anuncio, continua con la compra y termina con una ilusión o decepción. A mi, me tocó la lotería el día en que decidí que el cáncer iba a convertir mi vida en rosa. Y de momento, voy ganando.
¡Y ganaré!