Un buen amigo me dijo si era consciente de las consecuencias que podía tener narrar mi experiencia con el cáncer. Creo que no, pero me reafirmo en mi voluntad de sacar de esta experiencia lo mejor, en mi voluntad catártica y en mi sueño de aprender a escribir.
He tenido la oportunidad de comer con mis amigos del colegio de Lecároz y parejas (esposas). Y uno de ellos, con razón, me ha dicho que no le gustan las historias tristes que a veces cuento. Y me ha hecho reír. Porque a pesar de mi insomnio, cansancio, hinchazón, dolores articulares, falta de memoria, vista corta y jaquecas, siento que gano la batalla y que lo sobrellevo con cierta gracia.
El otro buen amigo que al inicio de esta pequeña historia me recomendó huir de los buenos agoreros, me miraba sorprendido, quizá porque sabe de mi dilema con el blog, con la satisfacción de compartir una magnífica comida, igual que más de un día compartimos el comienzo de mi lucha.
Poder celebrar el reencuentro, San Francisco Javier, patrono de nuestra Navarra querida, levantar la copa de Pago de Larrainzar y reír con la gracia de un canario, es una terapia muy recomendable (y sin contraindicaciones, creo). Así que pienso repetirla, pronto, en cuanto encuentre un santo para poder convocar una nueva sesión. ¿Quizá el 28 de enero que es Santo Tomás de Aquino?
«Sé que es domingo y no toca. Pero aquí os va mi café de domingo de puente»… a Rafa, Loli, Pepe, Elena y Jesús.
Me alegro mucho de tu celebracion. No podemos imaginar hasta donde puede alcanzar lo que se comparte. Es estupendo que sigas con tu Blog. Un beso grande.
Sin duda lo compartido es lo más disfrutado. En mi caso además, no sé por qué, estoy rodeada de gente estupenda.
Tienes toda la razón: la mejor terapia son los buenos amigos y compañeros de trayectoria. Y los que acumulan sacramentos familiares sin perdonar uno y un buen alipus que con ese (si es bueno) no duele na de na….y afinas todo en su justo lugar….
Un beso ?