Cuando te dicen que tienes que tomar un tratamiento hormonal durante diez años de nuevo caes en shock. Al menos yo. Mejor no generalizar. Ya me dijeron a los 15 años que una medicación era para cinco años y han pasado bastantes más. «Los efectos beneficiosos son muy superiores a los posibles efectos secundarios», te cantan con voz de autoridad. Lo aceptas de buen grado (quizá).
Tomar a diario una pastilla ó varias sea por la noche o en medio, según te venga, en sí no es nada. El problema viene cuando, por razones varias, terminas con una tortilla de pastillas, sin llegar al ordenador de pastillas de Tía Leonor. Para una rebelde sin causa puede resultar casi peor que otros tratamientos. ¡Donde esté el aloe que parece todo lo cura!
Los médicos pasan de puntillas sobre los efectos. Siguiendo los consejos de mi colega Meli no leo prospectos de internet. Siguiendo mi norma, casi no los leo porque no tomaría nada, y por supuesto olvido la afición de un antiguo colega de leerlos, contrastarlos y hacer un esquema. Así pues, me veo entre “sé o no sé” “será por la medicación o por el calor”. Puede uno llegar a situaciones tan absurdas como pensar que te pica la garganta por la pastilla, PERO SI HAY ALERGIA.
Las jaquecas sin cuartel, los dolores de estómago y las palizas de cuerpo parece que han remitido esta semana, así que no llamaré a los demonios. Por el contrario sigue el insomnio, la sensación de pesadez permanente, de mala circulación. Pero no he hecho más que empezar. Qué futuro me espera, y así años y años.
De momento todo es nuevo, así que no sé bien si mucho de lo que siento es debido al tratamiento, sé que sí me ha salido toda la tensión de dos meses de aguantar como para ser la Campeona del Baztan de Aguantar sin Gabardina en Invierno, y, sé que no es una gripe lo que ha pasado y que tengo que tener paciencia. Gran virtud esa que se la dan a los que no la necesitan. Que mal repartido el mundo. Y yo sin dormir esperando saber cuánto dura esta permanente ansiedad de cerrar capítulo.
¡ Bien por Maria Jose !
Que cada una de las que tomes te recuerde una persona querida de tu entorno familiar y de amistad: No te dejes ninguna. Verás como al final te parecerán pocas.
Confío en que ami me tengas, también, entre los que te quieren.
Como tenerte a tí y a todos los amigos y compañeros de colegio que tuvieron que tomar las pastillas suministradas para males menos en la enfermería, que curaban lo mismo un catarro que una tensión muscular.