He leído la noticia dos veces. El título prometía: “El 15 % de los españoles odia las vacaciones de verano”. Lo primero que he pensado es en quién promueve el estudio, lo segundo lo llamativo del titular, el porcentaje “a priori” alto en algo que parece gustar a todos, y lo cuarto que realmente los españoles, somos raritos hasta en esto.
El estudio está realizado por una fundación para la salud y el bienestar, lo que me lleva a pensar en la preocupación extendida por el estado de ánimo de las personas. Claro que si se impulsan estudios para conocer el sufrimiento de la hierba, poco puede sorprender.
Será cierto que a un 15% no le gustan las vacaciones, pero no entiendo bien que las odien. Si el amor y el odio están cerca, creo que lo que ocurre es que no se puede disfrutar como nos gustaría. El primer tipo de “odiadores” parecer ser el ocupado por los adictos al trabajo. A menudo, he pensado que pertenecía a este grupo, pero difiero sustancialmente de ellos en que “tengo vida fuera” Es más, sufro por no pasear como quiero, no jugar al golf como puedo, no tomar café con mi mejor amigo como merece, no leer a Fernando Aramburu como sueño, no hablar con mi coach como necesito, no cocinar como mi cuerpo agradecería y no disfrutar de mi pareja como merece. Pero sí, quizá por el número de horas promedio de los últimos veinte años parezco abonada.
El otro tipo de es el que aglutina a aquellas personas incapaces de entrar en la rutina de vacaciones. Realmente que haya estudios como este es muy interesante, obliga a la reflexión y lleva a la conclusión de que hay gente para todo. Para quien pasa más tiempo en el trabajo que en casa, tener que compartir espacio común más allá que cenar en compañía y ver las noticias, puede ser raro. También puede resultar complejo pasar tiempo con alguien al que solo se conoce de noche y con sueño. Y más duro todavía puede resultar tener someterse a horarios duros: dormir hasta las 11 de la mañana, comer a las 14:00 horas con mesa y menú casero, cenar un ensalada campera o en una terraza. Realmente complicado eso de las vacaciones y las obligaciones.
Lo que creo es que ese 15% no tuvieron una madre como la mía que les repitiera frases como “la tienda no es tuya” (antídoto contra la sobre exposión al trabajo por cuenta ajena), “las vacaciones son para hacer familia”, ”esta casa no es un hotel” o ”no olvides que un día echarás de menos a tus padres y será tarde” (antídotos contra el deseo de hacer lo que te viene en gana en vacaciones).
El viernes definitivamente cogeré un avión. En buena compañía, pondré rumbo a la costa amalfitana y recordaré en el viaje la sabia frase “Unas vacaciones deberían ser lo suficientemente largas para que tu jefe te extrañe, y no demasiado largas para que descubra lo bien que se las puede arreglar sin ti”.
A mi vuelta terminaré la reflexión sobre los motivos que llevan a alguien para ir de vacaciones a un lugar donde los hijos de mediana edad, con hijos pequeños y adolescentes, mandan a sus padres a apostar la sombrilla a primera hora de mañana, y ellos se quedan desayunando plácidamente. Ah!, e investigaré si esos hijos no deberían ser denunciados por maltrato a sus padres.
Costa Amalfitana….disfrutad a tope!!! No podíais haber elegido mejor entorno…la actitud ya la poneis vosotros. Un fuerte abrazo y a volver con las pilas cargadas ?
Conocí esta costa gracias a una disfrutadora nata de Don BENITO, que siempre saca lo mejor de cada experiencia,
Salud y saludos bella
Yo también soy de ese 15% que odia las vacaciones… Pero es cierto, en pagarlas… ???? Buenas vacaciones…
Pues ni un minuto dedicar al odio. Y lo de pagar, cuando toca.
Salud y saludos
Hola María José, está claro que lo importante no es tanto pensar en el 15% sino en el otro 85% que sueña con ellas durante muchos meses, que cuando llegan las disfruta y cuando se acaban vuelve a casa con el sabor dulce de un buen pastel. Un beso
Sin duda, hay que quedarse con el sabor del postre siempre.
Salud y saludos,
… y besos,